miércoles, 22 de febrero de 2017

DÍAZ, Junot, La maravillosa vida breve de Óscar Wao, Debolsillo, Barcelona, 2012




   El propio Junot Díaz cuenta que estando un día de parranda con unos amigos y charlando sobre Oscar Wilde, él pronunció el nombre del autor inglés con su acento dominicano y lo que salió fue Oscar Wao. Así se gestó el nombre del protagonista, que en un momento dado de la novela es rebautizado así por un amigo.

   Nos encontramos con tres generaciones de una familia dominicana, Los Cabral, muy importante y prestigiosa en el Cibao (región que abarca casi todo el norte de Santo Domingo) pero caída en desgracia en tiempos del sanguinario y desequilibrado dictador Rafael Leónidas Trujillo que gobernó el país desde 1930 a 1961. De cada generación sobresale un personaje: Abelard Cabral, el padre y abuelo desconocido para las otras dos, que acabó muriendo en la cárcel aparentemente por no entregar a su hija más hermosa, y aún niña, al repulsivo dictador (hablaremos de esto más adelante); Hypatía Belicia, única superviviente de la segunda generación, que nunca conoció a su padre, que tuvo una infancia terrible y que se salvó de la miseria y de la muerte gracias a su fuerza y rebeldía y a La Inca, prima de su padre, que ejerció de madre con ella y la mandó a Estados Unidos con dieciséis años. Y, por fin, de la tercera generación nos encontramos con la compleja pero tierna Lola y, sobre todo con su hermano Óscar Wao que es, de todos los personajes, el más protagonista.

   Desde Abelard Cabral, toda la familia parece estar perseguida por la desgracia, y la novela se centra en uno de los temas recurrentes de la cultura dominicana que no es otro que la existencia del fukú. Para ellos, Santo Domingo es el kilómetro cero de este concepto y desde donde irradia hacia todo el mundo, y aquel no es otra cosa que una maldición o condena. Todos los dominicanos, sumergidos en una especie de visión mágica de la vida que tiene mucho que ver con la brujería y la superstición seculares, creen en su existencia y en que Trujillo era amigo del fukú, de modo que todos creían que a aquel que se le ocurriera simplemente pensar algo malo sobre el dictador, le caería encima durante siete generaciones. Efectivamente, todos los protagonistas de la novela, estén o no sometidos a fukú, tienen unas experiencias vitales terribles y, lo que es peor, sin ninguna expectativa de cambio. Por eso, la novela es, en este sentido, muy dura.

   El libro va alternando de una manera un tanto caótica diversos tiempos (distintas épocas del S.XX), diversos espacios (distintos pueblos de Santo Domingo y distintas ciudades del estado norteamericano de Nueva Jersey, como Paterson o Wildwood) y también distintos narradores para ir contándonos la historia de esta familia, la historia y el presente, protagonizado por Óscar Wao. Oscar es el paradigma de nerd*, término y concepto que yo desconocía por completo y que no es otra cosa que aquel individuo que hace de la ciencia-ficción su vida, que es un apasionado de los juegos de rol y del mundo de la literatura fantástica, realizada casi siempre en formato de comic. Un nerd tiene dificultades para relacionarse socialmente, es rechazado por todos los que le rodean y esa sensación de aislamiento le conducen a una autoestima y frustración constantes. En el caso de Óscar, a todo lo anterior se une la tremenda obesidad que padece que hace que cualquier mujer le rechace. Además, Óscar es sensible, generoso, ingenuo, y despierta una ternura y piedad en el lector, que presencia una existencia incomprendida  y desgraciada. Pero Óscar no se rinde y al final dará la talla de su calidad personal cuando enamorado de una prostituta, con su chulo correspondiente, esté dispuesto incluso a morir por ella, alcanzando así la categoría de héroe.
   Pero para un lector ortodoxo la novela presenta unos cuantos aspectos que complican su lectura. Vamos a hablar de ellos.
   Una novela es universal, -condición sine qua non para que podamos hablar de sus bondades-, cuando puede ser leída en casi cualquier rincón del mundo, leída y entendida. Si no es así, tendríamos que hablar de una novela localista para cuya lectura habría que manejar demasiadas claves. Pues bien, algo así ocurre con ésta porque, por ejemplo, abundan en exceso demasiadas palabras cuyo significado el lector desconoce, -si no es dominicano o, por lo menos latinoamericano-: maco, panas, brilliant, bemba, cocolos, otakunidad, bíper, gaijin, bija, jaiba, baka, yuan, melnibonean, baro, ciguas, anon...; también son demasiadas las expresiones inglesas mezcladas con castellano: latino cats; requetefokin bien; ¡can kiss my ass! ; ringwraith, slamdunk…Por seguir con cuestiones lingüísticas, tampoco comparto las continuas transgresiones de las normas del castellano: en la utilización del léxico (enamorao, pa ná); en las construcciones sintácticas: “Fue también en abril que...” o “Fue durante una de esas charlas que...”, por no hablar de queísmos, dequeísmos, laísmos. Sí, ya sé que se habla así pero me resisto a ver negro sobre blanco tamañas barbaridades.
   Hablaba de lectores ortodoxos pero para otros, más eclécticos y amantes de novedades, todo lo dicho podría significar lo contrario, esto es, la novela tendría una notable riqueza lingüística con la que Junot Díaz crea un lenguaje mestizo con mucha fuerza para la representación de la vida y con el que el autor hace confluir dos mundos, el hispano y el norteamericano y bien podría ser ésta la razón de que en 2008 se le concediera el premio Pulitzer por esta novela. Hay que decir, además, que está escrita en inglés, -no en spanglish-, y que por ello la traducción ha tenido que ser enormemente laboriosa para conseguir que la lectura  transporte a la totalidad de ese mundo social y cultural.
   Y si, como decía antes, casi hay que ser dominicano para leer este libro, además tendríamos que ser nerds porque sólo así entenderíamos las múltiples referencias a autores de literatura de ciencia-ficción: Wells, Burroughs, Howard, Alexander, Herbert, Bova, Delany, Heinlein..., así como a personajes, títulos y situaciones de sus obras que aquí aparecen continuamente.vg: “Siempre me imaginé como el Kaneda de nuestra díada pero ahora estaba haciendo de Tetsuo” o “Podía escribir en élfico, podía hablar chakobsa, podía distinguir entre un slan, un dorsai y un lensman en detalle”. En fin, reconozco no ser seguidora de este género.
   Además de todo lo señalado, añado que distraen demasiado las abundantes y larguísimas notas a pie de página, destinadas supongo a todo lector que, como es el caso, no es dominicano. Estas notas aclaran, al margen de la novela, quiénes son ese sinfín de personas que se nombran, pertenecientes a la sociedad y política de la República de Santo Domingo y que son otra prueba más del” localismo” del libro. Indudablemente son interesantes porque aportan mucha información sobre la historia reciente de la República dominicana, fundamentalmente sobre el tiempo del dictador Trujillo y, sobre todo, sobre las graves secuelas que quedaron en el pueblo dominicano, pero creo que deberían estar incorporadas literariamente al texto y no aparecer disociadas de éste.
   Dicho de otro modo, entre las consultas al diccionario, la lectura de las notas, las pesquisas sobre la literatura de género y el enfado que me asaltaba por tanto dislate lingüístico, en muchas ocasiones se me perdía la voz de los personajes que, esos sí, me han interesado de veras: Abelard por su nobleza y dignidad, Belicia por su fuerza y Óscar por su ternura e ingenuidad...Son sin duda lo mejor del libro a la vez que el retrato fantástico que hace sobre la sociedad e idiosincrasia dominicanas, que giran en torno a tres ejes: el sexo, la violencia y el machismo (tanto la insular, como la que vive en ghettos norteamericanos como éste de Paterson, en Nueva Jersey).
   Por último; Algo muy interesante. Es imposible no pensar en MarioVargas Llosa y su fantástica “La fiesta del chivo”, y lo es, no sólo por la presencia continua de Trujillo, sino porque el propio Junot Díaz bien se encarga de citarlo para mostrar su desacuerdo con aquel: “Pero vamos a ser honrados. El rap sobre La Chiquita que Trujillo Deseaba es bastante corriente en la isla. Tan común como el camarón antártico (...) Tan corriente que Mario Vargas Llosa no tuvo que hacer mucho más que abrir la boca para cogerle el gusto. Hay uno de estos cuentos de bellaco en casi todos los pueblos. Es una de esas historias fáciles porque, en esencia, lo explica todo. ¿Trujillo te robó tus cosas, tus propiedades, zumbaron a tu mamá y papá a la cárcel?Bueno, ¡es porque quería rapar a la hija hermosa de la casa!¡Y tu familia no lo dejó! La verdad es que esa vaina es perfecta. Divierte mucho leerla”.(p.247) Es evidente la crítica feroz a Vargas Llosa porque en las siguientes páginas, Junot Díaz deja claro que si Abelard cayó en desgracia y acabó en la cárcel, no fue por algo tan simple y pobre como la lujuria despótica de Trujillo (el abundante camarón que el peruano se tragó) sino por la podredumbre que se había instalado en la sociedad dominicana. Así, la visión que Vargas Llosa da de Trujillo en su novela es cuando menos tibia porque reduce a su inmoral e indecente apetito sexual todos los desmanes del dictador y sus secuaces, y omite hasta qué punto la casi totalidad de la sociedad estaba implicada y contaminada de todas las lacras del dictador.

*
http://www.wordreference.com/definition/nerd

Puedes comprar el libro haciendo click en este enlace:



No hay comentarios:

Publicar un comentario